Sábado 3 de marzo, 22.30 – Auditorio Nacional – Sala sinfónica
Concierto de Aranjuez (J. Rodrigo) – Hugo Moltó (guitarra)
Sinfonía nº 1, Titán (G. Mahler)
Orquesta Metropolitana de Madrid
Directora, Silvia Sanz
SINFONÍA Nº 1, TITÁN (G. Mahler)
Solo compongo cuando tengo experiencias intensas. Y solo cuando compongo tengo experiencias intensas.
Gustav Mahler)
La música de Gustav Mahler está íntimamente relacionada con sus planteamientos metafísicos, éticos, religiosos o literarios, con sus dudas e intereses vitales. Era un hombre asombrado por la maravilla de la creación y atormentado por sus sufrimientos internos y su obra es el reflejo de este mundo espiritual. En ella nos habla de la muerte, del más allá, de Dios o de la naturaleza.
Gustav Mahler nació el 7 de julio de 1860 en la ciudad bohemia de Kalist y era hijo de un comerciante judío. Sus padres no fueron un matrimonio feliz y sus discusiones dejaron una profunda huella en la personalidad del músico. A los diez años dio su primer concierto de piano en Iglau, la ciudad donde pasó su infancia. Allí había una guarnición y aprendió un sinfín de canciones de soldados y populares. A los 4 años cantaba más de 200 canciones. No es de extrañar, pues, que las canciones folklóricas, las marchas militares y las fanfarrias estén tan presentes en sus sinfonías. Son sus recuerdos de la infancia. A los quince años continua sus estudios musicales en el Conservatorio de Viena. Era un lector apasionado, creó un club literario y escribió mucha poesía así como los textos de algunas de sus obras, como Das klagende Lied (La canción del lamento) y de algunas canciones. Admiraba a Wagner y su concepción de arte, y también a Anton Bruckner.
Fue además, un gran director de orquesta y de ópera, se dice que el mejor entre Wagner y Toscanini. De hecho, tuvo más fama en vida como director que como compositor. En 1897 se convirtió al catolicismo y meses después, a los 37 años, fue nombrado director artístico del Hofoper de Viena. Su experiencia como director resultó muy positiva para su trabajo como compositor, aunque también le restaba tiempo para componer. Decía que era un “compositor de verano”, ya que tenía que aprovechar las vacaciones para sumergirse de lleno en su labor creativa. Su mujer, Alma Mahler (Alma Shindler antes de su matrimonio en 1902), aseguraba que nunca le había visto descansar. En 1907, fue víctima de las intrigas de grupos antisemitas en Viena. Aseguraba que era un desarraigado por partida tripe: “Bohemio entre los austriacos, austriaco entre los alemanes y judío en el mundo… Soy un intruso en todas partes y querido en ninguna”. Finalmente, dejó Viena, que perdió una gran promotor musical, y aceptó el puesto de director de la Metropolitan Opera House de Nueva York durante dos temporadas, y después de la Filarmónica de la misma ciudad. Murió en Viena en 1911.
Mahler compuso principalmente sinfonías y canciones y ambas facetas son inseparables, ya que las canciones son, al mismo tiempo, parte fundamental del material temático de las sinfonías. Para Mahler, componer una sinfonía es “edificar un mundo, con todos los recursos técnicos de los que dispone el músico… La sinfonía debe asemejarse al universo, debe abarcarlo todo”.
Compuso 10 sinfonías de grandes dimensiones, la última de ellas inacabada, a las que hay que añadir La canción de la tierra. En ellas recurre con frecuencia al uso de la voz, ya sea con coro, solistas o ambas cosas. Por eso, algunos han definido estas obras como Lied sinfónico. Quería que el mundo y el ser humano, tanto lo bueno como lo malo, estuviesen representados en su música. Por eso, sus obras presentan grandes contrastes: lo profundo y lo frívolo; lo sublime y lo grotesco; la simplicidad y la exaltación; la alegría y la amargura.
Comenzó su carrera sinfónica con sinfonías programáticas, casi poemas sinfónicos. Las cuatro primeras tienen como punto de partida programas de carácter filosófico y literario a los que el compositor hace referencia en sus cartas y otros documentos. A partir de 1900 prefirió que se interpretaran sin programa.
La Sinfonía nº 1 en Re mayor,Titán (1888), las más breve de todas, es un canto a la naturaleza y la juventud. El sobrenombre de Titán proviene del título de una novela de Jean Paul Richter, aunque Mahler especificó que en realidad la sinfonía no se basaba en la obra literaria. La composición presenta ya las principales características de sus obras sinfónicas: utilización de canciones como material temático; pasajes de inspiración folclórica; imitación del canto de los pájaros; fanfarrias; grandes recursos orquestales; y atrevidas combinaciones de instrumentos. La sinfonía está escrita para una gran orquesta sinfónica compuesta por un centenar de músicos. Aunque algunas secciones, sobre todo de maderas y metales, tocan solo en el último movimiento.
La obra se estrenó en Budapest en 1889 como Poema sinfónico en dos partes, con tres movimientos en la primera parte y dos en la segunda. El mismo Mahler dirigió el estreno ante la negativa de otros directores por considerar que era “demasiado moderna y transgresora”. No tuvo buena acogida. Se dijo que era vulgar y que desafiaba las leyes de la música. La irónica marcha fúnebre del tercer movimiento y el estridente final de la sinfonía provocaron los abucheos de un público reticente a las innovaciones. Hoy en día es una de sus sinfonías más apreciadas.
Al observar que el programa no había sido comprendido, lo suprimió, y dejó la obra como una sinfonía en cinco movimientos. Después, decidió suprimir el segundo (Blumine – Florecillas-), al pensar que no era “suficientemente sinfónico”, aunque hoy en día suele interpretarse por separado. Tras reformar la sinfonía, Mahler optó por darle el nombre de Titán, con el que se estrenó en 1893 en Hamburgo.
El primer movimiento (Langsam, schleppend) describe, con una introducción lenta y misteriosa, “el despertar de la naturaleza tras el largo sueño del invierno”. Después se escucha una melodía, a veces nostálgica, en la que utiliza como material la segunda canción de su ciclo Canciones del camarada errante. La naturaleza despierta en el bosque y se escucha el canto del cuco, el toque de las trompas de caza y el sonido del viento.
En el segundo movimiento (Scherzo: Kräftig bewegt,doch nicht zu schnell) se alternan valses y Ländler (danza popular austriaca). La parte central, más tranquila, tiene carácter de danza clásica.
En el tercer movimiento (Trauermarsch: Feierlich und gemessen, ohne zu schleppen), Mahler utiliza como marcha fúnebre una conocida canción infantil, el canon Frère Jacques, dormez vous?, que comienza con un solo de contrabajo. Para lograr el efecto deseado, cambia la tonalidad de la canción a modo menor. Así describía Mahler la marcha fúnebre: “Un funeral pasa ante nuestro héroe y toda la miseria, todo el dolor del mundo con sus tremendas diferencias y su ironía se apoderan de él. Uno se imagina la marcha fúnebre Frère Jacques interpretada de manera silenciosa por una banda malísima, como las que suelen acompañar a los funerales. Además de esto se escucha, junto con el lamento del héroe, terriblemente angustiado, la crudeza, la alegría, banalidad del mundo, representado por algunos instrumentistas bohemios que se unen al grupo. El momento final comienza con una disonancia que, según Mahler, es “el grito de un corazón herido en lo más profundo”.
El cuarto y último movimiento comienza con un forte tempestuoso que puede asustar al oyente distraído. El propio Mahler contaba que el día del estreno una señora saltó de su asiento asustada por el explosivo comienzo. La orquestación es espectacular. Reaparecen de nuevo el carácter bucólico del comienzo de la sinfonía, el vals del segundo movimiento y la marcha fúnebre del tercero. Aparece entonces un tema triunfal, interpretado por los metales, que será derrotado por tres veces. El agitado y optimista final simboliza el triunfo de la vida sobre la muerte.
I. López (De las Notas al Programa del concierto del 3 de marzo de 2012 de la Orquesta Metropolitana de Madrid en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. Directora: Silvia Sanz Torre)
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