domingo, 26 de febrero de 2012

G. MAHLER: SINFONÍA Nº 1 "TITÁN"

Grupo Concertante Talía - Temporada 2011-2012
Sábado 3 de marzo, 22.30 – Auditorio Nacional – Sala sinfónica
Concierto de Aranjuez (J. Rodrigo) – Hugo Moltó (guitarra)
Sinfonía nº 1, Titán (G. Mahler)
Orquesta Metropolitana de Madrid
Directora, Silvia Sanz


SINFONÍA Nº 1,  TITÁN (G. Mahler)



Solo compongo cuando tengo experiencias intensas. Y solo cuando compongo tengo experiencias intensas.

Gustav Mahler)

                                                                                

La música de Gustav Mahler está íntimamente relacionada con sus planteamientos metafísicos, éticos, religiosos o literarios, con sus dudas e intereses vitales. Era un hombre asombrado por la maravilla de la creación y atormentado por sus sufrimientos internos y su obra es el reflejo de este mundo espiritual. En ella nos habla de la muerte, del más allá, de Dios o de la naturaleza.  


Gustav Mahler nació el 7 de julio de 1860 en la ciudad bohemia de Kalist y era hijo de un comerciante judío. Sus padres no fueron un matrimonio feliz y sus discusiones dejaron una profunda huella en la personalidad del músico. A los diez años dio su primer concierto de piano en Iglau, la ciudad donde pasó su infancia. Allí había una guarnición y aprendió un sinfín de canciones de soldados y populares. A los 4 años cantaba más de 200 canciones. No es de extrañar, pues, que las canciones folklóricas, las marchas militares y las fanfarrias estén tan presentes en sus sinfonías. Son sus recuerdos de la infancia. A los quince años continua sus estudios musicales en el Conservatorio de Viena.  Era un lector apasionado, creó un club literario y escribió mucha poesía así como los textos de algunas de sus obras, como Das klagende Lied (La canción del lamento) y de algunas canciones. Admiraba a Wagner y su concepción de arte, y también a Anton Bruckner.

Fue además, un gran director de orquesta y de ópera, se dice que el mejor entre Wagner y Toscanini.  De hecho, tuvo más fama en vida como director que como compositor.  En 1897 se convirtió al catolicismo y meses después, a los 37 años,  fue nombrado director artístico del Hofoper de Viena. Su experiencia como director resultó muy positiva para su trabajo como compositor, aunque también le restaba tiempo para componer. Decía que era un “compositor de verano”, ya que tenía que aprovechar las vacaciones para sumergirse de lleno en su labor creativa. Su mujer, Alma Mahler (Alma Shindler antes de su matrimonio en 1902), aseguraba que nunca le había visto descansar. En 1907, fue víctima de las intrigas de grupos antisemitas en Viena. Aseguraba que era un desarraigado por partida tripe: “Bohemio entre los austriacos, austriaco entre los alemanes y judío en el mundo… Soy un intruso en todas partes y querido en ninguna”. Finalmente, dejó Viena, que perdió una gran promotor musical,  y aceptó el puesto de director de la Metropolitan Opera House de Nueva York durante dos temporadas, y después de la Filarmónica de la misma ciudad. Murió  en Viena en 1911.

Mahler compuso principalmente sinfonías y canciones y ambas facetas son inseparables, ya que las canciones son, al mismo tiempo, parte fundamental del material temático de las sinfonías. Para Mahler, componer una sinfonía es “edificar un mundo, con todos los recursos técnicos de los que dispone el músico… La sinfonía debe asemejarse al universo, debe abarcarlo todo”.

Compuso 10 sinfonías de grandes dimensiones, la última de ellas inacabada, a las que hay que añadir La canción de la tierra. En ellas recurre con frecuencia al uso de la voz, ya sea con coro, solistas o ambas cosas. Por eso, algunos han definido estas obras como Lied sinfónico. Quería que el mundo y el ser humano, tanto lo bueno como lo malo, estuviesen representados en su música. Por eso, sus obras presentan grandes contrastes: lo profundo y lo frívolo; lo sublime y lo grotesco; la simplicidad y la exaltación; la alegría y la amargura.

Comenzó su carrera sinfónica con sinfonías programáticas, casi poemas sinfónicos. Las cuatro primeras tienen como punto de partida programas de carácter filosófico y literario a los que el compositor hace referencia en sus cartas y otros documentos.  A partir de 1900 prefirió que se interpretaran sin programa.

La Sinfonía nº 1 en Re mayor,Titán (1888), las más breve de todas, es un canto a la naturaleza y la juventud. El sobrenombre de Titán proviene del título de una novela de Jean Paul Richter, aunque Mahler especificó que en realidad la sinfonía no se basaba en la obra literaria. La composición presenta ya las principales características de sus obras sinfónicas: utilización de canciones como material temático; pasajes de inspiración folclórica;  imitación del canto de los pájaros;  fanfarrias; grandes recursos orquestales; y atrevidas combinaciones de instrumentos.  La sinfonía está escrita para una gran orquesta sinfónica compuesta por un centenar de músicos. Aunque algunas secciones, sobre todo de maderas y metales, tocan solo en el último movimiento.

La obra se estrenó en Budapest en 1889 como Poema sinfónico en dos partes, con tres movimientos en la primera parte y dos en la segunda. El mismo Mahler dirigió el estreno ante la negativa de otros directores por considerar que era “demasiado moderna y transgresora”. No tuvo buena acogida. Se dijo que era vulgar y que desafiaba las leyes de la música. La irónica marcha fúnebre del tercer movimiento y el estridente final de la sinfonía provocaron los abucheos de un público reticente a las innovaciones. Hoy en día es una de sus sinfonías más apreciadas.

Al observar que el programa no había sido comprendido, lo suprimió, y dejó la obra como una sinfonía en cinco movimientos. Después, decidió suprimir el segundo  (BlumineFlorecillas-), al pensar que no era “suficientemente sinfónico”, aunque hoy en día suele interpretarse por separado. Tras reformar la sinfonía, Mahler optó por darle el nombre de Titán, con el que se estrenó en 1893 en Hamburgo. 

El primer movimiento (Langsam, schleppend) describe, con una introducción lenta y misteriosa,  “el despertar de la naturaleza tras el largo sueño del invierno”. Después  se escucha una melodía, a veces nostálgica, en la que utiliza como material la segunda canción de su ciclo Canciones del camarada errante. La naturaleza despierta en el bosque y se escucha el canto del cuco, el toque de las trompas de caza y el sonido del viento.

En el segundo movimiento (Scherzo: Kräftig bewegt,doch nicht zu schnell) se alternan valses y Ländler (danza popular austriaca). La parte central, más tranquila, tiene carácter de danza clásica.

En el tercer movimiento (Trauermarsch: Feierlich und gemessen, ohne zu schleppen), Mahler utiliza como marcha fúnebre una conocida canción infantil, el canon Frère Jacques, dormez vous?, que comienza con un solo de contrabajo. Para lograr el efecto deseado, cambia la tonalidad de la canción a modo menor. Así describía Mahler la marcha fúnebre: “Un funeral pasa ante nuestro héroe y toda la miseria, todo el dolor del mundo con sus tremendas diferencias y su ironía se apoderan de él. Uno se imagina la marcha fúnebre Frère Jacques interpretada de manera silenciosa por una banda malísima, como las que suelen acompañar a los funerales. Además de esto se escucha, junto con el lamento del héroe, terriblemente angustiado, la crudeza, la alegría, banalidad del mundo, representado por algunos instrumentistas bohemios que se unen al grupo. El momento final comienza con una disonancia que, según Mahler, es “el grito de un corazón herido en lo más profundo”.

El cuarto y último movimiento comienza con un forte tempestuoso que puede asustar al oyente distraído. El propio Mahler contaba que el día del estreno una señora saltó de su asiento asustada por el explosivo comienzo. La orquestación es espectacular. Reaparecen de nuevo el carácter bucólico del comienzo de la sinfonía, el vals del segundo movimiento y la marcha fúnebre del tercero. Aparece entonces un tema triunfal, interpretado por los metales, que será derrotado por tres veces. El agitado y optimista final simboliza el triunfo de la vida sobre la muerte.

I. López (De las Notas al Programa del concierto del 3 de marzo de 2012 de la Orquesta Metropolitana de Madrid en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. Directora: Silvia Sanz Torre)

CONCIERTO DE ARANJUEZ (JOAQUÍN RODRIGO)

Grupo Concertante Talía.  Temporada 2011-2012
Sábado 3 de marzo, 22.30 – Auditorio Nacional –  Sala sinfónica
Concierto de Aranjuez (J. Rodrigo)  -  Hugo Moltó (guitarra)
Sinfonía nº 1, Titán (G. Mahler)
Orquesta Metropolitana de Madrid
Directora, Silvia Sanz

CONCIERTO DE ARANJUEZ (J. Rodrigo)




            “El concierto de Aranjuez es para mí la feliz unión de lo clásico con lo castizo y de lo aristocrático con lo popular, tanto de forma como de sentimiento, y suena escondido bajo las formas del parque que rodea el palacio barroco y solo quiere ser ágil como una mariposa y ceñido como una verónica”.
(Joaquín Rodrigo)


Decía el autor de la obra que el Concierto de Aranjuez seguiría gustando después de un siglo y que siempre se había preguntado qué tiene la obra para gustar a públicos tan distintos por edad, procedencia y costumbres. Pero el propio Rodrigo tenía la respuesta: la confluencia de lo refinado y lo popular. Basta decir que este concierto para guitarra es la composición española que más se interpreta en el mundo, y que un estudio de la Sociedad General de Autores en 2005 revelaba que es la obra que más gusta en Japón.

 

Joaquín Rodrigo nació en Sagunto un 22 de noviembre de 1901, día de Santa Cecilia, patrona de la música.  A los tres años perdió la vista como consecuencia de la difteria y con 8 años inició los estudios de solfeo, violín y piano. En 1927 se trasladó a París para proseguir su formación en la Escuela Normal de Música y  estudiar composición con Paul Dukas. Allí se dio a  conocer como pianista y conoció a Ravel, Milhaud, Honneger, Stravinski y Manuel de Falla. En 1933 se casó con la pianista turca Victoria Kahmi,  fiel compañera y colaboradora hasta su fallecimiento en julio de 1997.  En 1991 el Rey Juan Carlos Ie concedió el título nobiliario de Marqués de los Jardines de Aranjuez “por su extraordinaria contribución a la música española a la que ha aportado nuevos impulsos para una proyección universal”. Murió en Madrid el 6 de julio de 1999. Joaquín Rodrigo situó a la guitarra en la categoría de instrumento de concierto.  Entre sus composiciones destacan obras para piano, violín, cello y flauta, y un gran número de canciones.

La idea de componer un concierto para guitarra surgió en una conversación de sobremesa. Fue en 1938. Joaquín Rodrigo había impartido un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo sobre La música instrumental en las cortes imperiales de España. De regreso a París, cenó en San Sebastián con el Marqués de Bolarque, diplomático español y gran promotor de las artes y la música, y el guitarrista Regino Sainz de la Maza. El guitarrista comentó que la ilusión de su vida sería tocar un concierto para guitarra y orquesta. El compositor aceptó la propuesta y cumplió su promesa.  Lo compuso en París durante el invierno y la primavera de 1939. El adagio, el movimiento más popular de la obra, surgió “de un tirón, sin vacilaciones” y lo mismo ocurrió con el tercer movimiento. El primero, fue el último en componerse. El mayor problema era confrontar el sonido de la guitarra con el de la orquesta y lograr un resultado equilibrado. Rodrigo lo consigue: la guitarra es la protagonista del concierto.

El título de la obra hace referencia a los jardines del Real Palacio de Aranjuez y su música nos transporta a la corte de finales del siglo XVIII y principios del XIX, durante los reinados de Carlos IV y Fernando VII. Sin embargo, la obra no es programática ni descriptiva, aunque sí refleja el estado de ánimo del compositor en el momento de su creación. La esposa del músico, Victoria Kahmi (Vicky) perdió a su primer hijo durante el embarazo y “y la profunda melancolía y tristeza que nos produjo queda reflejada en el adagio, pero también hay una enorme alegría cuando supimos que esperaba un nuevo hijo”.

Fue precisamente Victoria Kahmi, la que sugirió el nombre del concierto, en recuerdo de los largos paseos por los jardines de los que disfrutó el matrimonio en 1933, poco después de casarse en Valencia.

El Concierto de Aranjuez se estrena un 9 de noviembre de 1940 en Barcelona con la Orquesta Filarmónica de Barcelona, dirigida por César Mendoza Lasalle, en el Palacio de la Música Catalana de Barcelona. Según cuenta el maestro Rodrigo en sus memorias (Concierto de una vida, Eduardo Moyano Zamora, Planeta 1999), “hizo sonar la guitarra como decía Stravinsky que sonaba, penetrante y lejos”. El 11 de diciembre de 1940, tendría lugar su estreno en Madrid, en el Teatro Español, bajo la dirección de Jesús Arambarri, de nuevo con Regino Sainz de la Maza.  El Concierto de Aranjuez tuvo que esperar al fin de la II Guerra Mundial para presentarse en Europa. Diez años después de su estreno en Barcelona, otro gran guitarrista español, Narciso Yepes, interpreta el concierto en París, con Ataulfo Argenta al frente de la Orquesta Nacional de España. A partir de ese momento, la obra se interpreta en salas de todo el mundo. Hasta los astronautas Armstrong, Aldrich y Collins, eligieron su música para su viaje a la Luna en 1969. Se han realizado innumerables grabaciones y múltiples adaptaciones. Precisamente, las adaptaciones no gustaban a Rodrigo y, cuando se encontró con la versión jazzística de Miles Davis para trompeta, decidió litigar. Al final, se dio cuenta de que no podía luchar contra la popularidad del concierto: “Mi opinión es que las obras musicales hay que dejarlas como se crearon y tocaron por primera vez. Sin embargo, se han hecho innumerables versiones del famoso adagio, unas más acertadas que otras, se canta en las lenguas más diversas, se baila al son de cualquier ritmo…. A estas alturas tengo que reconocer que no han alterado en nada la popularidad y el prestigio de mi concierto”.

El 1ermovimiento, Allegro con spirito, se caracteriza por la fuerza y alegría rítmica. Suenan danzas tradicionales como el fandango. A lo largo de este movimiento escuchamos la alternancia tradicional entre el instrumento solista y la orquesta (los acordes de rasgueado de la guitarra y la melodía introducida por los violines); y una alternancia rítmica (compases de 6/8 y pasajes en 3/4). La guitarra utiliza técnicas propias del flamenco.

El autor define el 2º movimiento, el Adagio, como un “diálogo elegíaco entre la guitarra y los instrumentos solistas (corno inglés, fagot, oboe, trompa, etc.) en un profundo batir que mantiene todo el edificio sonoro de ese tiempo”

El 3er y último movimiento, Allegro gentile, “evoca una danza cortesana” en la que la combinación de compases de dos y tres tiempos, así como una estructura ligerísima, mantienen el tiempo alerta hasta la veloz fermata final”.

I. López (Notas al programa del Concierto  de la Orquesta Metropolitana de Madrid del 3 de marzo de 2012 en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. Directora, Silvia Sanz Torre)



lunes, 20 de febrero de 2012

Sábado 3 de marzo, próximo concierto de la Orquesta Metropolitana de Madrid en el Auditorio Nacional de Música: Concierto de Aranjuez (Rodrigo) - Sinfonía nº 1 "Titán" (Mahler)


 

Un guitarrista alicantino  de 17 años, Hugo Moltó, interpretará el Concierto de Aranjuez en el Auditorio Nacional bajo la batuta de Silvia Sanz


           

3º abono
Sábado 3 de marzo, 22.30 – Auditorio Nacional –Sala sinfónica
Concierto de Aranjuez (J. Rodrigo) –Hugo Moltó (guitarra)
Sinfonía nº 1, Titán (G. Mahler)
Orquesta Metropolitana de Madrid
Directora, Silvia Sanz



El 3º concierto de abono de la Orquesta Metropolitana de Madrid, que dirige Silvia Sanz, incluye obras muy distintas en cuanto a estilo y forma.  En la primera parte se interpretará el Concierto de Aranjuez de J. Rodrigo. El guitarrista Hugo Moltó, de 17 años, ganador de numerosos concursos de interpretación,  tendrá así la oportunidad de presentarse, por primera vez, ante el público madrileño. En la segunda parte del concierto, la Orquesta Metropolitana de Madrid interpretará una de las grandes sinfonías de Mahler, la Sinfonía nº 1 (Titán). Será el próximo 3 de marzo a las 22.30 en la sala sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid.


Un sueño hecho realidad

Para el guitarrista alicantino Hugo Moltó, tocar en Madrid el Concierto de Aranjuez junto a la Orquesta Metropolitana es un sueño hecho realidad: “Aunque también he de decir que supone un gran trabajo y que no es fácil abordar una obra como esta, pero creo que el trabajo tendrá su recompensa”.  Hugo Moltó ha participado ya en 10 concursos (el primero, con 12 años) y en 8 de ellos ha conseguido el primer premio. Gracias a los concursos –explica-, eres capaz de formarte musicalmente, de fijarte objetivos, de motivarte, de ver recompensado tu trabajo”.


El Concierto de Aranjuez (1939) fue el primer concierto para guitarra y orquesta  de Joaquín Rodrigo y es una de las obras españolas más interpretadas y conocidas fuera de nuestras fronteras. Rodrigo eligió la guitarra como instrumento solista y la enfrentó a la orquesta logrando que su sonido estuviera siempre presente. El concierto evoca el Palacio de Aranjuez y sus jardines en una época pasada.  Fue precisamente en Aranjuez donde Joaquín Rodrigo y su esposa pasaron su luna de miel. De ahí el nombre de la obra.
 

Titán, la primera sinfonía de Mahler

La segunda parte estará dedicada a Gustav Mahler y su Sinfonía nº 1 (Titán), estrenada en 1889. El autor la concibió en principio como un poema sinfónico, pero terminó siendo una sinfonía que sometió a varias revisiones después de su estreno. Inicialmente,  el público  la calificó de irreverente y excéntrica, pero después se convirtió en  una de las obras más demandadas del compositor austriaco.  El sobrenombre de Titán tiene su origen en la novela homónima de  Jean Paul Richter. La novela narra la vida de un  héroe que regresa a su país después de lograr una gran hazaña política y cultural fruto de la fuerza interior y la imaginación.



Más información sobre Silvia Sanz, en www.silviasanz.com

Más información sobre Orquesta Metropolitana de Madrid en www.grupotalia.org




martes, 29 de noviembre de 2011

150 JUGUETES HACEN SONAR EL BOLERO DE RAVEL



ORQUESTA METROPOLITANA DE MADRID Y CORO TALIA DIRIGIDOS POR SILVIA SANZ

UNA ORQUESTA DE 150 JUGUETES INTERPRETA EL BOLERO DE RAVEL EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA DE MADRID



Lo dijo Silvia Sanz, directora titular de orquesta y coro,  justo antes de comenzar. Los músicos tendrían que disfrutar como niños y tocar como profesionales. Con esta filosofía se abordó el concierto con el que la empresa de juguetes Toys “R” us celebró su XX aniversario. Era un concierto inusual. La Orquesta Metropolitana de Madrid y el Coro Talía, bajo la dirección de Silvia Sanz, interpretaron el Bolero de Ravel ¡con juguetes! antes más de 2.000 personas. 

El pasado sábado 26 de noviembre, a las 12 del mediodía, los juguetes cobraron vida en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid para tocar música clásica. El programa incluía también bandas sonoras (Piratas del Caribe, Harry Potter, Star wars, Superman, Shreck);  música de dibujos animados de “ayer y de hoy” (desde Los Picapiedra, El inspector Gachet o La pantera rosa a Phineas y Ferb o Bob Esponja); y hasta Las muñecas de Famosa, como en el anuncio, " se dirigieron al portal”, aunque la paso de una música que sonaba igual que un oratorio de  Händel. Así que se divirtieron de lo lindo todos, pequeños y mayores, porque el público del Auditorio también era inusual: mucho menos silencioso, no por las toses, sino porque había muchísimos niños, incluso bebés.
 


Varios meses de preparación

Preparar un concierto de este tipo ha tenido sus complicaciones.  Había que adaptar la música a la afinación y volumen de los juguetes y buscar el momento más adecuado para el sonido de cada uno de ellos.  Silvia Sanz, directora de la Orquesta Metropolitana de Madrid y del Coro Talía, declaró antes del concierto:“Hay que buscar la forma de que su sonido, ya sean las ruedas de un camión o las palabras que balbucea un oso cantarín, encajen en el engranaje de la obra musical. Sin duda, va a ser algo inusual y divertido y no es de extrañar que los juguetes tomen vida propia, como ocurre en el cuento que se relata a lo largo del concierto, y hagan alguna cosa sin mi permiso”. 

 Alejandro Vivas ha sido responsable de los arreglos y podría decirse que durante varios meses ha vivido entre juguetes: “He elegido música clásica muy conocida, que todo el mundo conoce aunque no haya ido nunca a un concierto. Ha habido que buscar el momento adecuado para cada tipo de juguete y su forma de sonar, pero es una manera de demostrar que cualquier tipo de sonido puede formar parte de una obra musical”.  




Los juguetes se rebelan

La narración de un cuento, a cargo Beatriz Suarez Cerrato, profesora de voz de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático), dio paso a cada una de las obras del programa: la historia de un niño que tiene  muchos juguetes a los que no hace caso, ya que prefiere la música de películas y  dibujos animados que ve en la tele. Los juguetes cobran vida para llamar su atención y finalmente se rebelan. Por eso, la obra que cerró el concierto se titulaba La rebelión de los juguetes, con fragmentos de las polkas Pizzicato y Rayos y Truenos de Johann Strauss y  Hallelujah de Händel. 

Cantantes y músicos tocaron con espadas laser, armas galácticas, manos robot, cabezas de cocodrilo –que, según la directora, Silvia Sanz, era complicado hacer sonar a tiempo-, ositos cantarines… y hasta un balón que botaba sobre el bombo. Para la parte melódica, había instrumentos del juguete: xilófonos, melódicas, teclados, saxofones, trompetas… Pianista y percusionistas tuvieron que sentarse ante un mini piano de cola y unas baterías de menos de menos de medio metro pero consiguieron “estar a la altura”.



La opinión de Ravel

Y si alguien se pregunta qué diría Ravel si levantara la cabeza, no hay respuesta. Pero sabemos que tenía una casa con jardín repleta de autómatas, relojes, juguetes mecánicos y cajas de colores.

Muchos entre  el público, tanto niños como mayores, era la primera vez que entraban en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid. ¡Ojalá que una experiencia como esta, en la que tuvieron la oportunidad también escuchar el sonido de una orquesta sinfónica y un gran coro interpretando música de cine con sus instrumentos habituales, sirva para que se animen a regresar para escuchar a Händel, Mozart o Beethoven!
 
La orquesta y el coro


La Orquesta Metropolitana de Madrid, fundada por su directora titular, Silvia Sanz en mayo de 2011, tiene temporada de conciertos en el Auditorio Nacional y, para esta ocasión, estará integrada por cerca de 60 instrumentistas;  y el Coro Talía, que cuenta en la actualidad con un centenar de cantantes, ha celebrado  este año ha celebrado su XV aniversario interpretando Ein deutsches Requiem de Brahms. Aunque especializadas en la música sinfónica coral, ambas formarciones abordan todo tipo de repertorio y el próximo 27 de diciembre ofrecerán en el Auditorio Nacional de Música de Madrid un concierto titulado In the mood, con música de Glenn Miller, Irving Berlin, Cole Porter, Louis Armstrong y las canciones que sonaron en las voces de Ella Fitzgerald, Frank Sinatra, Gene Kelly, Fred Astaire, Bing Crosby y otros.

Inmaculada López


Un vídeo sobre el Bolero de Ravel con juguetes en los siguientes enlaces:

 
Más información sobre Silvia Sanz, en www.silviasanz.com
Más información sobre el Grupo Concertante Talía, Orquesta Metropolitana de Madrid y Coro Talía, en www.grupotalia.org

viernes, 30 de septiembre de 2011

BEETHOVEN Y LA NOVENA SINFONÍA



Tal como se ha informado en la anterior entrada, la nueva  Orquesta Metropolitana de Madrid, junto al Coro Talía, bajo la dirección de Silvia Sanz,  interpreta la Novena Sinfonía de Beethoven el 1 de octubre a las 22.30 en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional. En el concierto participan los solistas Estefanía Perdomo, Julia Arellano, Ángel Rodríguez y Fabio Barrutia. No todos los días nace una orquesta sinfónica. ¡Mucho ánimo para todos los que participan en el proyecto!
La Novena es una obra clave en la Historia de la Música.
A continuación un adelanto, de las notas al programa preparadas para este concierto. 


BEETHOVEN Y LA NOVENA SINFONÍA
7 de mayo de 1824. La Novena suena en Viena por primera vez.  Termina la música y rompen los aplausos. Ondean los pañuelos y sombreros. Beethoven no escucha y continúa por unos momentos de espaldas al público. Finalmente, una de las cantantes solistas le coge del brazo para que se vuelva a saludar. Nunca se había escuchado una sinfonía de esas proporciones  y con tantos recursos. Esta monumental Sinfonía coral abre nuevos caminos y se convierte en referencia  e inspiración de generaciones posteriores de músicos.

Como dice el crítico musical Adolfo Salazar al referirse a Beethoven: “Los dos focos de la figura romántica juegan conjugadamente en él con una fuerza expresiva desconocida por sus predecesores y una perfección de forma inaccesible para sus continuadores: así Beethoven aparece por turno como el romántico del Clasicismo y el clásico del Romanticismo.”

La Novena es la última sinfonía de Beethoven y una de sus últimas obras. Solo unos pocos contemporáneos pudieron comprender las obras tardías del compositor, especialmente sus últimos cuartetos. Sin embargo, los vieneses eran conscientes de su genialidad.  Beethoven muere el 26 de marzo de 1827 y sus honras fúnebres fueron un acontecimiento multitudinario. Unas 20.000 personas se concentraron ante la casa de Beethoven y acudió un gran número de músicos. Schubert, Czerny y Böhm, entre otros, llevaron las hachas funerarias. 

El músico y su tiempo

Beethoven nace en Bonn en 1770 y muere en Viena 1827.  Durante su vida, el mundo experimenta grandes cambios: la Revolución francesa, la Independencia americana, las invasiones napoleónicas…,  un tiempo convulso y una sociedad  que se transforma marcada por otra revolución importante, la industrial. La burguesía juega  un papel  cada vez más destacado en el discurrir de la Historia. La aristocracia  pierde poder y, poco a poco, desaparecen los mecenazgos.   Todos estos cambios afectan al estatus del músico. Antes de Beethoven, el compositor era considerado más o menos como un lacayo al servicio de un príncipe, ya fuera de la aristocracia o de la Iglesia. El contrato de Haydn con la corte de Esterhazy  le obligaba a vestir librea y comer con los criados, lo que no impidió que gozara de una gran libertad compositiva. Mozart murió antes de poder convertirse en un músico independiente. Beethoven, aunque gozó de algunos mecenazgos,  sí lo consigue. Es un artista consciente de su misión que trata a los aristócratas como iguales. No tuvo que escribir música por orden de nadie y en pocas ocasiones se encontró con una fecha tope para terminar una obra. Él mismo explicaba que podía permitirse el lujo de “pensar y pensar” hasta estar conforme con lo creado.

Pero hay otros cambios que afectan a la música. En el siglo XIX se consolidan las editoriales dedicadas a la edición de partituras y mejoran  sus sistemas de impresión y difusión.  Hasta  principios del XIX todavía no se hacían conciertos públicos y cuando se hacían, los organizaban los propios compositores con fines benéficos o para darse a conocer.  Hasta entonces, la música pertenecía a los salones de palacio y  a las iglesias. A medida que avanza el siglo, las clases medias participan cada vez más en la vida musical. Aparecen las sociedades  de amigos de la música. La primera se crea en Viena en 1812, integrada tanto por músicos como por aficionados. Esta sociedad organiza conciertos públicos regulares y forma un coro. También son importantes los salones de música, ubicados  en casas de familias que organizan conciertos e invitan a amigos y conocidos.



Beethoven en Viena

Ludwig van Beethoven era hijo y nieto de músicos. Su abuelo fue maestro de capilla del príncipe elector de Colonia y su padre, Johann, cantor en la corte. Pero su padre tenía serios problemas con el alcohol. Aunque el ambiente familiar no era el idóneo, el niño demostró enseguida un gran talento musical. En 1787 viajó a Viena por primera vez  y tuvo la oportunidad de conocer a Mozart, que le escuchó al piano y alabó su capacidad de improvisación. La visita no tuvo mayores consecuencias.  Regresó a Bonn en pocos meses.

En 1790, Beethoven viajó a Viena por segunda vez y se quedó para siempre.  Recibió lecciones  de Haydn y  Salieri, entre otros,  y poco a poco consiguió hacerse un hueco como pianista y compositor. Consiguió el patrocinio de destacados aristócratas y daba clases de música.  Todo iba bien hasta que en 1800 aparecieron los primeros síntomas de sordera. El sufrimiento  por su pérdida auditiva le hizo desear la muerte. Una carta a sus hermanos, el llamado Testamento de Heiligenstadt, deja testimonio de sus sentimientos y de cómo la música fue su tabla de salvación:

“Debo vivir casi solo... Cuando me acerco a la gente se apodera de mí un terror ardiente y temo hallarme expuesto al peligro de que pueda advertirse mi estado… Esa clase de incidentes me llevaron a la desesperación; un poco  más y hubiese puesto fin a mi vida; sólo mi arte hizo que me abstuviese de ello. ¡Ah!, me pareció imposible abandonar el mundo sin haber expresado todo cuanto sentía que había en mi interior… ¡Oh, Providencia!, concédeme cuando menos un día de alegría pura; ha transcurrido tanto tiempo desde que la verdadera alegría dejó de resonar en mi pecho”.

La sordera le aisló y amargó su carácter. Se convirtió en una persona desconfiada. Tampoco consiguió casarse y sufrió varios desengaños amorosos, pues siempre se enamoraba de mujeres de la nobleza, una clase a la que no pertenecía. Pero  Beethoven contaba con un instrumento poderoso ante la adversidad: una voluntad de hierro. Su decisión final fue luchar contra su propio destino.  Compuso hasta su muerte sirviéndose de su oído interno.

Las etapas compositivas de Beethoven

Beethoven, con su personalidad arrolladora, rompe las barreras del clasicismo,  transforma y renueva la herencia recibida y abre las puertas al Romanticismo. Es autor  de una extensa obra: nueve sinfonías,  once oberturas, un concierto para violín,  cinco conciertos para piano, además de cuartetos de cuerda, tríos con piano, sonatas para violín y violoncello, canciones,  etc. Compuso una sola ópera, Fidelio, y dos misas, la Misa en do mayor y la Misa solemne.

¿Por qué Beethoven  compuso solo  nueve sinfonías y Haydn más de cien?  Beethoven transforma la sinfonía, que se hace mucho más extensa y compleja. Su manera de componer es mucho más lenta.  Sus cuadernos de notas revelan su forma de trabajar: en ellos apunta sus ideas musicales que somete a una cuidada y larga elaboración. Las sinfonías de Beethoven son ejemplo de una instrumentación compacta y estructurada. No solo  amplía la orquesta sino que  asigna a cada grupo de instrumentos un papel dramático nuevo. Sus exigencias expresivas ponen a prueba a los músicos.  Da mayor importancia a los instrumentos de viento, si bien se encontró con las limitaciones  técnicas que la trompa, la trompeta o la tuba tenían todavía en su época. Beethoven abre las puertas a la orquesta sinfónica del siglo XIX.

La obra de Beethoven suele dividirse en tres periodos. En la primera etapa, sus composiciones no se apartan de los convencionalismos clásicos. Sus primeras sonatas para piano recuerdan a Haydn, pero su Primera sinfonía, aunque muy “clásica”, presenta ya novedades. Y la Segunda (1802) es ya  una obra de unas dimensiones hasta entonces desconocidas.

Al segundo periodo pertenece la Tercera sinfonía, la Heroica  (1803), dedicada en principio a Napoleón, aunque después retirara la dedicatoria. Fue una sinfonía innovadora por  sus dimensiones y por su complejidad. Beethoven demostraba lo que era capaz de hacer con un tema simple y sencillo, como haría después con el famoso tema de su Quinta sinfonía. A este segundo periodo, pertenecen también la ópera Fidelio y  las cinco siguientes sinfonías, hasta la octava.

En el tercer periodo,  debido a la sordera, es cuando el músico se encierra más en sí mismo y  cuando demuestra todavía más su capacidad de superación. De esta época son sus últimas cinco sonatas para piano (1816), la Misa solemne que completó en 1822 y la Novena sinfonía. Sus obras  son la afirmación de sí mismo y su lenguaje, más concentrado y abstracto,  presenta nuevas texturas y sonoridades.



La Novena sinfonía

La novedad más llamativa de la Novena sinfonía en re menor es la introducción  de solistas y coro en su último movimiento. Para ello recurrió a la Oda a la Alegría de  Schiller.  Había pensado ya en este texto hacía muchos años, en 1793. Pero la idea no se materializó hasta el otoño de 1823, cuando decide incluirla en su Novena sinfonía.  En sus anotaciones señaló: “Y luego, quizá, el coro”. Es decir, que hasta el final no tuvo clara su utilización. La inclusión del coro en una obra instrumental tiene otro antecedente en su Fantasía Coral para piano, coro y orquesta de 1808, cuya estructura y carácter guarda semejanzas con el 4º movimiento de la Sinfonía coral.

Beethoven estrena su Novena sinfonía el 7 de mayo de 1824. El programa incluía también   tres movimientos de la Misa solemne. La Sociedad de Amigos de la Música no quiso financiar el concierto y estuvo a punto de estrenarse en Prusia. Entonces,  un grupo de ricos admiradores y artistas hicieron pública su indignación y se encargaron de cubrir los gastos. Los ingresos fueron importantes  pero los costes elevados, así que, a pesar del éxito, no hubo muchos beneficios. Poco después volvió a repetirse, pero el concierto resultó también deficitario. Así se presentó en sociedad la Sinfonía coral.

La Oda a la alegría, que Schiller escribió en 1785, reúne los ideales de la época. El texto habla de la felicidad universal,  en que la alegría es fruto de la hermandad entre los seres humanos en un mundo regido por la razón. Pero Beethoven no utilizó el texto de forma literal. Prescindió de las estrofas de carácter más político o filosófico,  escogió  los versos que cantaban a la alegría, al amor y  la fraternidad universal y se refieren a la existencia de un Padre Creador. Modificó el orden de las estrofas y aportó de su propia mano nuevos textos para adecuarlos a la música.

Con el transcurso del tiempo, la obra, especialmente su movimiento final con la Oda a la alegría, se ha convertido en una de las composiciones más famosas de la Historia de la Música Clásica.  Los versos de Schiller  se han cantando en todo tipo de acontecimientos y se han realizado numerosos arreglos y versiones.  En 1972, el Consejo de Europa adoptó la Oda a la alegría como himno; y  en 1985 se convirtió en himno oficial de la Unión Europea.  Y además, la Novena sinfonía de Beethoven ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Escuchar la Novena

·         1º movimiento:  Allegro ma non troppo – Un poco maestoso

La sinfonía comienza en pianissimo y no deja claro si la tonalidad es mayor o menor. Los instrumentos de madera interpretan notas mantenidas  para conseguir el efecto de un órgano. Hasta que no transcurren 17 compases no se confirma que la música que escuchamos está en Re menor. Es entonces cuando el tema principal se manifiesta en toda su grandeza, ya que hasta ese momento había aparecido fraccionado en dos notas descendentes. A este tema majestuoso, le sucede un segundo motivo más poético con un largo desarrollo.  Una de las innovaciones de Beethoven en este movimiento  es la expansión de la coda hasta alcanzar las dimensiones de toda una sección. Esta coda comienza con un  crescendo que se resuelve con la contundente aparición del primer tema.

·         2º movimiento:  Molto Vivace - Presto – Molto Vivace

El scherzo también presenta novedades. Una de ellas es la manera de utilizar los timbales, separados por una octava (aunque ya los había utilizado así en su anterior sinfonía). La intencionalidad de los compases de silencio también es importante. Los contrabajos juegan en muchos momentos un papel melódico y no simplemente rítmico. Destaca por su belleza la parte central, con un tema que inician las maderas y contesta la cuerda.

·         3º movimiento: Adagio molto e cantabile – Andante moderato

El movimiento lento es emotivo, poético, expresivo. Los violines son los encargados  de iniciar el tema que se muestra primero de forma sencilla y que reaparecerá después de un segundo tema con las consiguientes variaciones, sin apartarse del clima sereno y  tranquilo. Este movimiento incluye un difícil y extenso solo de trompa.

·         4º movimiento: Presto – Allegro assai – Allegro assai vivace – Alla marcia –Andante Maestoso –Allegro energico - Prestissimo

Aquí el principal problema de Beethoven fue la manera de hacer la transición de la música orquestal a la coral. El inicio del movimiento (Presto) es violento y disonante y debió dejar atónitos a los que lo escucharon. Un extenso pasaje orquestal con  referencias a los movimientos anteriores precede a la entrada de las voces. Se escucha la primera referencia al tema asociado a la Oda a la alegría. Beethoven resuelve la transición a la parte vocal con un recitativo,  estilo declamatorio procedente de la ópera, pero asignado  esta vez a violoncelos y contrabajos. Vuelven a sonar los acordes disonantes para dar paso al recitativo del barítono (“Amigos, no estos tonos, entonemos cánticos más agradables”), que repite el motivo interpretado antes por los violonchelos. Aparece de nuevo el tema de la Oda a la alegría, abordado primero por el barítono y después por el coro y los solistas, que poco a poco  se han incorporado a la estructura de la sinfonía.  Después de una serie de variaciones sobre el tema principal, incluida una marcha turca (alla Marcia), el tenor protagoniza un pasaje muy operístico (“Corred así hermanos, por vuestro camino, alegres como el héroe hacia la  victoria) al que sigue una fuga orquestal. Aparece de nuevo el tema principal y tras un silencio, se escucha (Andante maestoso) el Himno de fraternidad (“Abrazaos millones, que ese beso envuelva al mundo entero”). Y de nuevo, los dos temas principales, el Canto a la alegría y el Himno  de fraternidad se combinan en una nueva fuga (Allegro energico).  A continuación, la orquesta prácticamente enmudece y se escuchan unas frases fragmentadas.  El cuarteto solista interviene antes de la gran coda final con un suave acompañamiento musical, casi a capella. A partir de ese momento (Presto), coro y orquesta nos sumergen en el épico y sublime final de la sinfonía.

Obertura Egmont Op. 84

 Precede a la Novena sinfonía en el concierto de hoy una obra anterior de Beethoven:  la obertura Egmont. Esta pieza forma parte de la música incidental que el músico compuso entre 1809 y 1810 para una representación de la obra de Goethe del mismo título. La obertura se interpreta frecuentemente en concierto como una pieza independiente. Se estrenó en Viena en junio de 1810. La obra teatral, ambientada en el siglo XVI,  cuenta la historia del Conde de Egmont, héroe flamenco que se enfrenta al tercer Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, y que finalmente es arrestado y ejecutado.  La música compuesta por Beethoven para esta obra describe la lucha contra la opresión y termina con un himno a la libertad.  

Inmaculada López