martes, 29 de noviembre de 2011

150 JUGUETES HACEN SONAR EL BOLERO DE RAVEL



ORQUESTA METROPOLITANA DE MADRID Y CORO TALIA DIRIGIDOS POR SILVIA SANZ

UNA ORQUESTA DE 150 JUGUETES INTERPRETA EL BOLERO DE RAVEL EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA DE MADRID



Lo dijo Silvia Sanz, directora titular de orquesta y coro,  justo antes de comenzar. Los músicos tendrían que disfrutar como niños y tocar como profesionales. Con esta filosofía se abordó el concierto con el que la empresa de juguetes Toys “R” us celebró su XX aniversario. Era un concierto inusual. La Orquesta Metropolitana de Madrid y el Coro Talía, bajo la dirección de Silvia Sanz, interpretaron el Bolero de Ravel ¡con juguetes! antes más de 2.000 personas. 

El pasado sábado 26 de noviembre, a las 12 del mediodía, los juguetes cobraron vida en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid para tocar música clásica. El programa incluía también bandas sonoras (Piratas del Caribe, Harry Potter, Star wars, Superman, Shreck);  música de dibujos animados de “ayer y de hoy” (desde Los Picapiedra, El inspector Gachet o La pantera rosa a Phineas y Ferb o Bob Esponja); y hasta Las muñecas de Famosa, como en el anuncio, " se dirigieron al portal”, aunque la paso de una música que sonaba igual que un oratorio de  Händel. Así que se divirtieron de lo lindo todos, pequeños y mayores, porque el público del Auditorio también era inusual: mucho menos silencioso, no por las toses, sino porque había muchísimos niños, incluso bebés.
 


Varios meses de preparación

Preparar un concierto de este tipo ha tenido sus complicaciones.  Había que adaptar la música a la afinación y volumen de los juguetes y buscar el momento más adecuado para el sonido de cada uno de ellos.  Silvia Sanz, directora de la Orquesta Metropolitana de Madrid y del Coro Talía, declaró antes del concierto:“Hay que buscar la forma de que su sonido, ya sean las ruedas de un camión o las palabras que balbucea un oso cantarín, encajen en el engranaje de la obra musical. Sin duda, va a ser algo inusual y divertido y no es de extrañar que los juguetes tomen vida propia, como ocurre en el cuento que se relata a lo largo del concierto, y hagan alguna cosa sin mi permiso”. 

 Alejandro Vivas ha sido responsable de los arreglos y podría decirse que durante varios meses ha vivido entre juguetes: “He elegido música clásica muy conocida, que todo el mundo conoce aunque no haya ido nunca a un concierto. Ha habido que buscar el momento adecuado para cada tipo de juguete y su forma de sonar, pero es una manera de demostrar que cualquier tipo de sonido puede formar parte de una obra musical”.  




Los juguetes se rebelan

La narración de un cuento, a cargo Beatriz Suarez Cerrato, profesora de voz de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático), dio paso a cada una de las obras del programa: la historia de un niño que tiene  muchos juguetes a los que no hace caso, ya que prefiere la música de películas y  dibujos animados que ve en la tele. Los juguetes cobran vida para llamar su atención y finalmente se rebelan. Por eso, la obra que cerró el concierto se titulaba La rebelión de los juguetes, con fragmentos de las polkas Pizzicato y Rayos y Truenos de Johann Strauss y  Hallelujah de Händel. 

Cantantes y músicos tocaron con espadas laser, armas galácticas, manos robot, cabezas de cocodrilo –que, según la directora, Silvia Sanz, era complicado hacer sonar a tiempo-, ositos cantarines… y hasta un balón que botaba sobre el bombo. Para la parte melódica, había instrumentos del juguete: xilófonos, melódicas, teclados, saxofones, trompetas… Pianista y percusionistas tuvieron que sentarse ante un mini piano de cola y unas baterías de menos de menos de medio metro pero consiguieron “estar a la altura”.



La opinión de Ravel

Y si alguien se pregunta qué diría Ravel si levantara la cabeza, no hay respuesta. Pero sabemos que tenía una casa con jardín repleta de autómatas, relojes, juguetes mecánicos y cajas de colores.

Muchos entre  el público, tanto niños como mayores, era la primera vez que entraban en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid. ¡Ojalá que una experiencia como esta, en la que tuvieron la oportunidad también escuchar el sonido de una orquesta sinfónica y un gran coro interpretando música de cine con sus instrumentos habituales, sirva para que se animen a regresar para escuchar a Händel, Mozart o Beethoven!
 
La orquesta y el coro


La Orquesta Metropolitana de Madrid, fundada por su directora titular, Silvia Sanz en mayo de 2011, tiene temporada de conciertos en el Auditorio Nacional y, para esta ocasión, estará integrada por cerca de 60 instrumentistas;  y el Coro Talía, que cuenta en la actualidad con un centenar de cantantes, ha celebrado  este año ha celebrado su XV aniversario interpretando Ein deutsches Requiem de Brahms. Aunque especializadas en la música sinfónica coral, ambas formarciones abordan todo tipo de repertorio y el próximo 27 de diciembre ofrecerán en el Auditorio Nacional de Música de Madrid un concierto titulado In the mood, con música de Glenn Miller, Irving Berlin, Cole Porter, Louis Armstrong y las canciones que sonaron en las voces de Ella Fitzgerald, Frank Sinatra, Gene Kelly, Fred Astaire, Bing Crosby y otros.

Inmaculada López


Un vídeo sobre el Bolero de Ravel con juguetes en los siguientes enlaces:

 
Más información sobre Silvia Sanz, en www.silviasanz.com
Más información sobre el Grupo Concertante Talía, Orquesta Metropolitana de Madrid y Coro Talía, en www.grupotalia.org

viernes, 30 de septiembre de 2011

BEETHOVEN Y LA NOVENA SINFONÍA



Tal como se ha informado en la anterior entrada, la nueva  Orquesta Metropolitana de Madrid, junto al Coro Talía, bajo la dirección de Silvia Sanz,  interpreta la Novena Sinfonía de Beethoven el 1 de octubre a las 22.30 en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional. En el concierto participan los solistas Estefanía Perdomo, Julia Arellano, Ángel Rodríguez y Fabio Barrutia. No todos los días nace una orquesta sinfónica. ¡Mucho ánimo para todos los que participan en el proyecto!
La Novena es una obra clave en la Historia de la Música.
A continuación un adelanto, de las notas al programa preparadas para este concierto. 


BEETHOVEN Y LA NOVENA SINFONÍA
7 de mayo de 1824. La Novena suena en Viena por primera vez.  Termina la música y rompen los aplausos. Ondean los pañuelos y sombreros. Beethoven no escucha y continúa por unos momentos de espaldas al público. Finalmente, una de las cantantes solistas le coge del brazo para que se vuelva a saludar. Nunca se había escuchado una sinfonía de esas proporciones  y con tantos recursos. Esta monumental Sinfonía coral abre nuevos caminos y se convierte en referencia  e inspiración de generaciones posteriores de músicos.

Como dice el crítico musical Adolfo Salazar al referirse a Beethoven: “Los dos focos de la figura romántica juegan conjugadamente en él con una fuerza expresiva desconocida por sus predecesores y una perfección de forma inaccesible para sus continuadores: así Beethoven aparece por turno como el romántico del Clasicismo y el clásico del Romanticismo.”

La Novena es la última sinfonía de Beethoven y una de sus últimas obras. Solo unos pocos contemporáneos pudieron comprender las obras tardías del compositor, especialmente sus últimos cuartetos. Sin embargo, los vieneses eran conscientes de su genialidad.  Beethoven muere el 26 de marzo de 1827 y sus honras fúnebres fueron un acontecimiento multitudinario. Unas 20.000 personas se concentraron ante la casa de Beethoven y acudió un gran número de músicos. Schubert, Czerny y Böhm, entre otros, llevaron las hachas funerarias. 

El músico y su tiempo

Beethoven nace en Bonn en 1770 y muere en Viena 1827.  Durante su vida, el mundo experimenta grandes cambios: la Revolución francesa, la Independencia americana, las invasiones napoleónicas…,  un tiempo convulso y una sociedad  que se transforma marcada por otra revolución importante, la industrial. La burguesía juega  un papel  cada vez más destacado en el discurrir de la Historia. La aristocracia  pierde poder y, poco a poco, desaparecen los mecenazgos.   Todos estos cambios afectan al estatus del músico. Antes de Beethoven, el compositor era considerado más o menos como un lacayo al servicio de un príncipe, ya fuera de la aristocracia o de la Iglesia. El contrato de Haydn con la corte de Esterhazy  le obligaba a vestir librea y comer con los criados, lo que no impidió que gozara de una gran libertad compositiva. Mozart murió antes de poder convertirse en un músico independiente. Beethoven, aunque gozó de algunos mecenazgos,  sí lo consigue. Es un artista consciente de su misión que trata a los aristócratas como iguales. No tuvo que escribir música por orden de nadie y en pocas ocasiones se encontró con una fecha tope para terminar una obra. Él mismo explicaba que podía permitirse el lujo de “pensar y pensar” hasta estar conforme con lo creado.

Pero hay otros cambios que afectan a la música. En el siglo XIX se consolidan las editoriales dedicadas a la edición de partituras y mejoran  sus sistemas de impresión y difusión.  Hasta  principios del XIX todavía no se hacían conciertos públicos y cuando se hacían, los organizaban los propios compositores con fines benéficos o para darse a conocer.  Hasta entonces, la música pertenecía a los salones de palacio y  a las iglesias. A medida que avanza el siglo, las clases medias participan cada vez más en la vida musical. Aparecen las sociedades  de amigos de la música. La primera se crea en Viena en 1812, integrada tanto por músicos como por aficionados. Esta sociedad organiza conciertos públicos regulares y forma un coro. También son importantes los salones de música, ubicados  en casas de familias que organizan conciertos e invitan a amigos y conocidos.



Beethoven en Viena

Ludwig van Beethoven era hijo y nieto de músicos. Su abuelo fue maestro de capilla del príncipe elector de Colonia y su padre, Johann, cantor en la corte. Pero su padre tenía serios problemas con el alcohol. Aunque el ambiente familiar no era el idóneo, el niño demostró enseguida un gran talento musical. En 1787 viajó a Viena por primera vez  y tuvo la oportunidad de conocer a Mozart, que le escuchó al piano y alabó su capacidad de improvisación. La visita no tuvo mayores consecuencias.  Regresó a Bonn en pocos meses.

En 1790, Beethoven viajó a Viena por segunda vez y se quedó para siempre.  Recibió lecciones  de Haydn y  Salieri, entre otros,  y poco a poco consiguió hacerse un hueco como pianista y compositor. Consiguió el patrocinio de destacados aristócratas y daba clases de música.  Todo iba bien hasta que en 1800 aparecieron los primeros síntomas de sordera. El sufrimiento  por su pérdida auditiva le hizo desear la muerte. Una carta a sus hermanos, el llamado Testamento de Heiligenstadt, deja testimonio de sus sentimientos y de cómo la música fue su tabla de salvación:

“Debo vivir casi solo... Cuando me acerco a la gente se apodera de mí un terror ardiente y temo hallarme expuesto al peligro de que pueda advertirse mi estado… Esa clase de incidentes me llevaron a la desesperación; un poco  más y hubiese puesto fin a mi vida; sólo mi arte hizo que me abstuviese de ello. ¡Ah!, me pareció imposible abandonar el mundo sin haber expresado todo cuanto sentía que había en mi interior… ¡Oh, Providencia!, concédeme cuando menos un día de alegría pura; ha transcurrido tanto tiempo desde que la verdadera alegría dejó de resonar en mi pecho”.

La sordera le aisló y amargó su carácter. Se convirtió en una persona desconfiada. Tampoco consiguió casarse y sufrió varios desengaños amorosos, pues siempre se enamoraba de mujeres de la nobleza, una clase a la que no pertenecía. Pero  Beethoven contaba con un instrumento poderoso ante la adversidad: una voluntad de hierro. Su decisión final fue luchar contra su propio destino.  Compuso hasta su muerte sirviéndose de su oído interno.

Las etapas compositivas de Beethoven

Beethoven, con su personalidad arrolladora, rompe las barreras del clasicismo,  transforma y renueva la herencia recibida y abre las puertas al Romanticismo. Es autor  de una extensa obra: nueve sinfonías,  once oberturas, un concierto para violín,  cinco conciertos para piano, además de cuartetos de cuerda, tríos con piano, sonatas para violín y violoncello, canciones,  etc. Compuso una sola ópera, Fidelio, y dos misas, la Misa en do mayor y la Misa solemne.

¿Por qué Beethoven  compuso solo  nueve sinfonías y Haydn más de cien?  Beethoven transforma la sinfonía, que se hace mucho más extensa y compleja. Su manera de componer es mucho más lenta.  Sus cuadernos de notas revelan su forma de trabajar: en ellos apunta sus ideas musicales que somete a una cuidada y larga elaboración. Las sinfonías de Beethoven son ejemplo de una instrumentación compacta y estructurada. No solo  amplía la orquesta sino que  asigna a cada grupo de instrumentos un papel dramático nuevo. Sus exigencias expresivas ponen a prueba a los músicos.  Da mayor importancia a los instrumentos de viento, si bien se encontró con las limitaciones  técnicas que la trompa, la trompeta o la tuba tenían todavía en su época. Beethoven abre las puertas a la orquesta sinfónica del siglo XIX.

La obra de Beethoven suele dividirse en tres periodos. En la primera etapa, sus composiciones no se apartan de los convencionalismos clásicos. Sus primeras sonatas para piano recuerdan a Haydn, pero su Primera sinfonía, aunque muy “clásica”, presenta ya novedades. Y la Segunda (1802) es ya  una obra de unas dimensiones hasta entonces desconocidas.

Al segundo periodo pertenece la Tercera sinfonía, la Heroica  (1803), dedicada en principio a Napoleón, aunque después retirara la dedicatoria. Fue una sinfonía innovadora por  sus dimensiones y por su complejidad. Beethoven demostraba lo que era capaz de hacer con un tema simple y sencillo, como haría después con el famoso tema de su Quinta sinfonía. A este segundo periodo, pertenecen también la ópera Fidelio y  las cinco siguientes sinfonías, hasta la octava.

En el tercer periodo,  debido a la sordera, es cuando el músico se encierra más en sí mismo y  cuando demuestra todavía más su capacidad de superación. De esta época son sus últimas cinco sonatas para piano (1816), la Misa solemne que completó en 1822 y la Novena sinfonía. Sus obras  son la afirmación de sí mismo y su lenguaje, más concentrado y abstracto,  presenta nuevas texturas y sonoridades.



La Novena sinfonía

La novedad más llamativa de la Novena sinfonía en re menor es la introducción  de solistas y coro en su último movimiento. Para ello recurrió a la Oda a la Alegría de  Schiller.  Había pensado ya en este texto hacía muchos años, en 1793. Pero la idea no se materializó hasta el otoño de 1823, cuando decide incluirla en su Novena sinfonía.  En sus anotaciones señaló: “Y luego, quizá, el coro”. Es decir, que hasta el final no tuvo clara su utilización. La inclusión del coro en una obra instrumental tiene otro antecedente en su Fantasía Coral para piano, coro y orquesta de 1808, cuya estructura y carácter guarda semejanzas con el 4º movimiento de la Sinfonía coral.

Beethoven estrena su Novena sinfonía el 7 de mayo de 1824. El programa incluía también   tres movimientos de la Misa solemne. La Sociedad de Amigos de la Música no quiso financiar el concierto y estuvo a punto de estrenarse en Prusia. Entonces,  un grupo de ricos admiradores y artistas hicieron pública su indignación y se encargaron de cubrir los gastos. Los ingresos fueron importantes  pero los costes elevados, así que, a pesar del éxito, no hubo muchos beneficios. Poco después volvió a repetirse, pero el concierto resultó también deficitario. Así se presentó en sociedad la Sinfonía coral.

La Oda a la alegría, que Schiller escribió en 1785, reúne los ideales de la época. El texto habla de la felicidad universal,  en que la alegría es fruto de la hermandad entre los seres humanos en un mundo regido por la razón. Pero Beethoven no utilizó el texto de forma literal. Prescindió de las estrofas de carácter más político o filosófico,  escogió  los versos que cantaban a la alegría, al amor y  la fraternidad universal y se refieren a la existencia de un Padre Creador. Modificó el orden de las estrofas y aportó de su propia mano nuevos textos para adecuarlos a la música.

Con el transcurso del tiempo, la obra, especialmente su movimiento final con la Oda a la alegría, se ha convertido en una de las composiciones más famosas de la Historia de la Música Clásica.  Los versos de Schiller  se han cantando en todo tipo de acontecimientos y se han realizado numerosos arreglos y versiones.  En 1972, el Consejo de Europa adoptó la Oda a la alegría como himno; y  en 1985 se convirtió en himno oficial de la Unión Europea.  Y además, la Novena sinfonía de Beethoven ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Escuchar la Novena

·         1º movimiento:  Allegro ma non troppo – Un poco maestoso

La sinfonía comienza en pianissimo y no deja claro si la tonalidad es mayor o menor. Los instrumentos de madera interpretan notas mantenidas  para conseguir el efecto de un órgano. Hasta que no transcurren 17 compases no se confirma que la música que escuchamos está en Re menor. Es entonces cuando el tema principal se manifiesta en toda su grandeza, ya que hasta ese momento había aparecido fraccionado en dos notas descendentes. A este tema majestuoso, le sucede un segundo motivo más poético con un largo desarrollo.  Una de las innovaciones de Beethoven en este movimiento  es la expansión de la coda hasta alcanzar las dimensiones de toda una sección. Esta coda comienza con un  crescendo que se resuelve con la contundente aparición del primer tema.

·         2º movimiento:  Molto Vivace - Presto – Molto Vivace

El scherzo también presenta novedades. Una de ellas es la manera de utilizar los timbales, separados por una octava (aunque ya los había utilizado así en su anterior sinfonía). La intencionalidad de los compases de silencio también es importante. Los contrabajos juegan en muchos momentos un papel melódico y no simplemente rítmico. Destaca por su belleza la parte central, con un tema que inician las maderas y contesta la cuerda.

·         3º movimiento: Adagio molto e cantabile – Andante moderato

El movimiento lento es emotivo, poético, expresivo. Los violines son los encargados  de iniciar el tema que se muestra primero de forma sencilla y que reaparecerá después de un segundo tema con las consiguientes variaciones, sin apartarse del clima sereno y  tranquilo. Este movimiento incluye un difícil y extenso solo de trompa.

·         4º movimiento: Presto – Allegro assai – Allegro assai vivace – Alla marcia –Andante Maestoso –Allegro energico - Prestissimo

Aquí el principal problema de Beethoven fue la manera de hacer la transición de la música orquestal a la coral. El inicio del movimiento (Presto) es violento y disonante y debió dejar atónitos a los que lo escucharon. Un extenso pasaje orquestal con  referencias a los movimientos anteriores precede a la entrada de las voces. Se escucha la primera referencia al tema asociado a la Oda a la alegría. Beethoven resuelve la transición a la parte vocal con un recitativo,  estilo declamatorio procedente de la ópera, pero asignado  esta vez a violoncelos y contrabajos. Vuelven a sonar los acordes disonantes para dar paso al recitativo del barítono (“Amigos, no estos tonos, entonemos cánticos más agradables”), que repite el motivo interpretado antes por los violonchelos. Aparece de nuevo el tema de la Oda a la alegría, abordado primero por el barítono y después por el coro y los solistas, que poco a poco  se han incorporado a la estructura de la sinfonía.  Después de una serie de variaciones sobre el tema principal, incluida una marcha turca (alla Marcia), el tenor protagoniza un pasaje muy operístico (“Corred así hermanos, por vuestro camino, alegres como el héroe hacia la  victoria) al que sigue una fuga orquestal. Aparece de nuevo el tema principal y tras un silencio, se escucha (Andante maestoso) el Himno de fraternidad (“Abrazaos millones, que ese beso envuelva al mundo entero”). Y de nuevo, los dos temas principales, el Canto a la alegría y el Himno  de fraternidad se combinan en una nueva fuga (Allegro energico).  A continuación, la orquesta prácticamente enmudece y se escuchan unas frases fragmentadas.  El cuarteto solista interviene antes de la gran coda final con un suave acompañamiento musical, casi a capella. A partir de ese momento (Presto), coro y orquesta nos sumergen en el épico y sublime final de la sinfonía.

Obertura Egmont Op. 84

 Precede a la Novena sinfonía en el concierto de hoy una obra anterior de Beethoven:  la obertura Egmont. Esta pieza forma parte de la música incidental que el músico compuso entre 1809 y 1810 para una representación de la obra de Goethe del mismo título. La obertura se interpreta frecuentemente en concierto como una pieza independiente. Se estrenó en Viena en junio de 1810. La obra teatral, ambientada en el siglo XVI,  cuenta la historia del Conde de Egmont, héroe flamenco que se enfrenta al tercer Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, y que finalmente es arrestado y ejecutado.  La música compuesta por Beethoven para esta obra describe la lucha contra la opresión y termina con un himno a la libertad.  

Inmaculada López

martes, 27 de septiembre de 2011

LA ORQUESTA METROPOLITANA DE MADRID SE PRESENTA ANTE EL PÚBLICO CON LA NOVENA DE BEETHOVEN

Inauguración de la temporada de conciertos del Grupo Concertante Talía

Sábado 1 de octubre -22:30 horas - Auditorio Nacional - Sala Sinfónica

SILVIA SANZ PRESENTA  LA NUEVA ORQUESTA METROPOLITANA DE MADRID CON LA NOVENA SINFONÍA DE BEETHOVEN




Orquesta Metropolitana de Madrid – Coro Talía

Solistas: Estefanía Perdomo (soprano), Julia Arellano (mezzosoprano), Ángel Rodríguez (tenor) y Fabio Barrutia (Barítono)

Dirige: Silvia Sanz

 La Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven ha sido la obra elegida para el primer concierto de la temporada 2011-2012  organizado por la Asociación GrupoConcertante Talía, que tendrá lugar el próximo sábado 1 de octubre en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid. SilviaSanz dirigirá a  la nueva Orquesta Metropolitana de Madrid y al Coro Talía junto a los solistas  Estefanía Perdomo (soprano), Julia Arellano (mezzosoprano), Ángel Rodríguez (tenor) y Fabio Barrutia (Barítono. La última gran sinfonía de Beethoven se convierte así en carta de presentación de la nueva formación sinfónica.


La directora de orquesta Silvia Sanz, al frente de la Asociación Grupo Concertante Talía,  afronta la temporada 2011-2012 con un proyecto musical propio que ha supuesto la creación de la Orquesta Metropolitana de Madrid y la presentación de una temporada de conciertos en el Auditorio Nacional de Música que se inaugurará el próximo 1 de octubre con la Novena sinfonía de Beethoven. Silvia Sanz, que ha dirigido más de 100 conciertos en el Auditorio Nacional,  ha iniciado una nueva etapa profesional al frente del Grupo Concertante Talía, que fundó hace 15 años, y ha puesto en marcha un proyecto que incluye tres orquestas, un coro de 100 voces, talleres musicales, cursos de verano, etc.

 La nueva temporada

La temporada 2011-2011 del Grupo Concertante Talía y su Orquesta Metropolitana incluye cuatro conciertos en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional, tres de ellos con la participación del Coro Talía. El primer concierto tendrá lugar el sábado 1 de octubre a las 22.30 con la Sinfonía nº 9 de Beethoven.  El Concierto de Navidad, titulado In the mood, con marcado carácter festivo, tendrá lugar el martes 27 de diciembre e incluirá adaptaciones para coro y orquesta sinfónica de temas de Cole Porter, Irving Berlin, Glenn Miller, Frank Sinatra, Nat King Cole, etc. Para el sábado 3 de marzo se ha programado el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo y la Sinfonía nº 1 (Titán) de Gustav Mahler. Y para clausurar la temporada, el 2 de junio,  orquesta y coro preparan un concierto titulado Grandes Coros de Oratorio, que supondrá un recorrido histórico por las más grandes creaciones de este género musical (Mesías de Händel, Pasiones de Bach, Elías y Paulus de Mendelssohn, Infancia de Cristo de Berlioz; The Dream of Gerontius de Elgar, etc.)



La Metropolitana, una nueva orquesta para Madrid 

La Orquesta Metropolitana de Madrid abre el abanico de las formaciones sinfónicas de Madrid que ofrecen temporada de conciertos en el Auditorio Nacional de Música. Aunque se presenta como una nueva formación, la mayoría de los músicos que la integran, incluida su concertino, Jenniffer Clift, toca desde hace muchos años bajo la batuta de Silvia Sanz. Por tanto, la orquesta inicia su andadura con una base consolidada, dispuesta a abordar las obras clave del repertorio sinfónico y a sumergirse en nuevas experiencias.



Grupo Concertante Talía, un proyecto renovado  

El Grupo Concertante Talía nació hace 15 años, fundado con Silvia Sanz. Su objetivo era crear un coro dedicado exclusivamente a repertorio con orquesta.  Esta asociación alberga en la actualidad tres coros y una orquesta: la nueva Orquesta Metropolitana de Madrid; la formación  juvenil Madrid Youth Orchestra (MAYO);  la infantil EOS (Encuentro Orquestal Sinfónico; y el veterano Coro Talía con más de 100 voces.  El Grupo Concertante Talía  es responsable también de los talleres musicales del recién inaugurado Centro Cultural Sanchinarro, que se han puesto en marcha el pasado mes de mayo y que han tenido una gran acogida, con más de 800 inscripciones para el curso que está a punto de comenzar. La asociación también es organizadora del Encuentro Orquestal de Verano destinado a niños y jóvenes que el pasado mes de julio se celebró en la localidad salmantina de Alba de Tormes con la participación de un centenar de alumnos.



Precios de las localidades
ZONA A 25 €
ZONA B 22 €
ZONA C 16 €
ZONA D 10 €



Más información sobre Silvia Sanz, en www.silviasanz.com

Más información sobre Grupo Concertante Talía, Orquesta Metropolitana de Madrid, Madrid Youth Orchestra, Orquesta EOS y Coro Talía en www.grupotalia.org






miércoles, 24 de agosto de 2011

DEBUSSY: PRELUDIO A LA SIESTA DE UN FAUNO, PRELUDIO DE UNA NUEVA ERA


La siesta, otro de los deleites del verano, para aquellos que pueden gozar de unos días de descanso,  puede ser también un motivo para hablar de buena música. Preludio a la siesta de un fauno de Claude Debussy (1862-1918) es una  obra muy corta –sólo dura 10 minutos-  pero, como pasa muchas veces, la brevedad no tiene que ver con la importancia. La orquesta de la Sociedad Nacional de París, dirigida por Gustave Doret, estrenó la obra un 22 de diciembre de 1894.  Esos diez minutos de música mostraban nuevos caminos en el mundo de la composición. 

Un preludio a la música del siglo XX

La obra ofrecía a los oídos de aquel público un encadenamiento de sonoridades nuevas y una música liberada, sin obligaciones tonales, que no se atenía a los cánones establecidos, aunque con una estructura precisa sobre la que se sostiene una aparente sensación de improvisación.

Preludio a la siesta de un fauno fue la primera obra importante de Debussy y está inspirada en es un extenso poema simbolista  de Stéphane Mallarmé, que a su vez había sido  ilustrado con grabados del pintor impresionista Manet. Años más tarde, en 1912,  el bailarín ruso Vaslav Nijinski coregrafió la música. Debussy había proyectado componer tres piezas: Preludio, Interludio y Paráfrasis final, pero finalmente, solo completó, el preludio.

El público que acudió al estreno escuchó algo inusual. La orquestación tampoco era la habitual: no hay  trompetas, ni trombones; solo trompas. Y no hay más percusión que unos platillos antiguos. Debussy buscó el predominio de los instrumentos de viento-madera (flautas, oboes, corno inglés, clarinetes y fagotes) para conseguir la sonoridad perseguida  y crear esa atmósfera de ensoñación.  Por supuesto, la orquesta está integrada también por los instrumentos de cuerda, y las arpas. Un sugerente solo de flauta de evocación oriental da comienzo a la obra.Se trata de música programática: un joven fauno se adormece a la sombra de los árboles en una tarde de intenso calor, pero las ninfas que corretean en el bosque interrumpen su siesta.

Debussy y el impresionismo

Debussy pertenecía a una familia humilde. Su padre tenía una tienda de cerámica en Saint-Germani-en-Laye. Empezó a estudiar música gracias a su  tía  y madrina, Clementine Debussy, y con 10 años fue admitido en el Conservatorio de París.   Fue un alumno atrevido y con sus “acordes prohibidos”  tuvo en vilo a su profesor de armonía,  Emile Durand.  Su manera de mezclar los sonidos en el piano con la utilización insistente del pedal tampoco gustaba a su profesor de piano. Sin embargo, a su profesor de solfeo, Albert Lavignac, le llamaba la atención su curiosidad por los sonidos “menos académicos” y le inició en la música Wagner. Debussy revolucionó la armonía en Francia pero no le dieron un solo premio en esta asignatura mientras estuvo en el Conservatorio.  

Se considera a Debussy como uno de los compositores más destacados de la música impresionista.  El impresionismo fue primero un movimiento pictórico y el término se aplicó después a la música, para definir la capacidad de evocación o creación de atmósferas a través de las armonías y los timbres. No toda la música que compuso Debussy puede definirse como impresionista e incluso a él no le gustaba demasiado el  término. Sea como fuere, se trata de un compositor cuya música ha tenido gran influencia en los músicos que le siguieron.  Aparte del Preludio a la siesta de un fauno, es autor de otras obras muy importantes como Nocturnos, el bosquejo sinfónico La mer (El mar) y la ópera Pelléas et Mélisande,  además de  la obra pianística, vocal y de cámara.

Fragmento del poema La siesta de un fauno de Mallarmé

….¡Qué no! por el inmóvil y cansado desmayo

de calor sofocando la matinal frescura,

no murmura agua alguna que no vierta mi flauta

al otero rociado de acordes; sólo el aire

pronto a exhalarse fuera de los dos tubos, antes

que disperse el sonido en infecunda lluvia,

es, en el horizonte de línea perfecta,

el invisible y sereno aliento artificial

de toda inspiración que hasta el cielo retorna…




viernes, 12 de agosto de 2011

LES NUITS D' ÉTÉ (LAS NOCHES DE VERANO) DE BERLIOZ : SEIS CANCIONES DE AMOR PARA LAS NOCHES DE ESTÍO

                      
A Hector Berlioz (1803-1869) le conocemos por sus grandes obras, especialmente por su Sinfonía Fantástica, el Réquiem, Romeo y Julieta o La condenación de Fausto. Pero este músico francés, que no fue profeta en su tierra, y a quien sus compatriotas criticaban todo lo que hacía -suele pasar cuando uno es innovador y original-,  compuso también música de pequeño formato. Hablamos de canciones. Una propuesta muy adecuada para estos días es su ciclo Les nuits d’été (Las noches de verano), seis canciones de amor compuestas entre  1840 y 1841.
En Les nuits d’été (Op. 7), Berlioz puso música a seis poemas de Théophile Gautier, escritor, poeta y periodista romántico que era vecino de Berlioz en París. En un principio fueron caciones para voz (mezzosoprano o tenor) y piano. Posteriormente el compositor orquestó las seis canciones dando así lugar al primer ciclo importante de canciones orquestales.

Los títulos de las seis canciones son:  Vilanelle (Canción campesina); Le spectre de la rose (El espectro de la rosa); Sur les lagunes: Lamento (En las lagunas); Absence (Ausencia); Au cimetière: Clair de lune (En el cementerio: Claro de luna); y L’île inconnue (La isla desconocida).   

Berlioz dedicó el ciclo, en su versión para voz y piano,  a Louise Bertin, hija del editor del Journal de débats, publicación en la que el músico colaboraba.  La primera canción que orquestó fue la cuarta, Absence,  para que la cantara Marie Recio, que era su amante y con la que se casó años más tarde, tras la muerte de su primera esposa, la famosa actriz Harriet Smithson. Años más tarde orquestó el resto de las canciones para su publicación en 1856. Es en su versión orquestal estas canciones, dedicadas todas ellas a cantantes,  adquieren más plenitud  y belleza y pueden incluirse entre las creaciones más importantes de Berlioz.

 
Las seis canciones de amor son muy diferentes entre sí. Las cuatro centrales son lentas, y la primera y la última, rápidas.  La primera, Vilanelle, es un canto a la primavera de carácter ligero, sencillo y delicado. El espectro de la rosa, dedicada a la contralto Gotha Anne-Rose Falconi, a la que le músico había escuchado en Londres, nos presenta una melodía sugerente y cálida que bien puede evocar el calor del verano. La canción, introducida por solos de violonchelo, flauta y clarinete,  habla de una joven a la que se le aparece el espectro de una rosa que ella llevó en el baile de la noche anterior. En las lagunas, que en un principio se tituló Lamento: La canción del pescador, que dedicó al cantante de Weimar Feodor Milde, es una melancólica melodía cuyo acompañamiento nos recuerda el movimiento de las olas. Para la cantante  Madelaine Nottès, que interpretó el papel de Margarita en el Faust de Berlioz en 1853, fue la dedicatoria de Ausencia, una canción en la que se pide el regreso de la amada. En el cementerio, a la luz de la luna: es una melodía de profunda tristeza y desasosiego dedicada al tenor Caspari.  Y cierra el ciclo, una canción de espíritu mucho más alegre y exótico, La isla desconocida, dedicada a Rosa von Milde. El título original del poema de Gautier era Barcarola y Berlioz puso a la melodía ritmo de canción veneciana

jueves, 4 de agosto de 2011

LOS MÚSICOS TAMBIÉN QUIEREN VACACIONES




Nada mejor que el verano para hablar de música compuesta en los cálidos días del estío. Hoy vamos a referirnos a una famosa obra que se compuso en un verano, en el de 1772, y que fue el resultado de un "conflicto laboral", la Sinfonía nº 45 en Fa sostenido menor de Haydn, conocida popularmente como Sinfonía de los adioses, del adiós, o Sinfonía de la despedida.

El sobrenombre de la composición no tiene que ver con una despedida sino con las quejas de los músicos que servían a una aristocrática familia húngara, los Esterhazy, que tenían varios palacios, el más importante en Einsenstadt. El compositor austriaco Joseph Haydn trabajó para ellos durante muchos años. Cuando llegaba el verano, la familia se trasladaba a su lujosa residencia de Esterhaza, un palacio al estilo de Versalles que poco tenía que ver con una casa de campo. Con ellos viajaban los músicos, imprescindibles para conciertos y representaciones de ópera que organizaban para los invitados. El príncipe Nicolás alargaba cada vez más sus periodos de estancia en Esterhaza, cuestión que afectaba, y no poco, a todos los que le servían. Esto es lo que ocurrió en el verano de 1772. Los músicos estaban hartos. Llevaban mucho tiempo sin ver a sus familias, que se habían quedado en la ciudad. Haydn tuvo una idea y la idea quedó plasmada en una sinfonía, la nº 45 en Fa sostenido menor, una tonalidad poco corriente. Lo curioso de esta sinfonía es que, a los cuatro movimientos habituales, Haydn añadió un quinto: un movimiento lento en que los músicos no terminan al mismo tiempo. Cada vez que un músico terminaba su parte, apagaba la vela, cogía su partitura, se levantaba y se marchaba en silencio… y así sucedió hasta que quedaron solo dos violines que tocaron los 14 últimos compases. Al terminar la música, el público sorprendido vio como la sala quedaba a oscuras y ¡sin músicos!.
Parece que el príncipe Esterhazy, que tenía en mucha estima a Haydn, captó la indirecta y entendió las razones de los músicos, que pronto pudieron volver a sus casas. En muchas ocasiones el concierto se interpreta así, los músicos se levantan en cuanto terminan su parte y abandonan el escenario.
Haydn sirvió durante durante 30 años al Príncipe Esterhazy. Tenía que vestir librea como los criados y comía con ellos. Esa era la categoría de un músico en aquella época. Y además, el príncipe tenía todos los derechos sobre su obra, aunque con el tiempo esta clausula cayó en el olvido. Pero la creatividad de Haydn supo sacar partido de esta situación, que el propio músico definía así:


Mi príncipe estaba satisfecho de todos mis trabajos, recibía su aprobación. Mis funciones de director de orquesta me permitían hacer toda suerte de experimentos, observar la impresión producida, mejorar lo que era flojo, añadir, cortar, ser osado. Vivía aislado del mundo, nadie de mi entorno podía incitarme a dudar de mi mismo, importunarme. Así es forzoso se original.

A pesar de su aparente aislamiento, la fama de Haydn y de sus obras se extendió por Europa, en gran parte gracias a los ilustres visitantes, mucho de ellos artistas, que acudían a escuchar los conciertos y representaciones de ópera. Tan distinguido publicó tenía a Haydn al día de lo que ocurría en el mundillo musical de la época. Nicolás Esterhazy murió en 1790. Su sucesor no era amante de la música, así que liberó a Haydn y tuvo el detalle de mantenerle el sueldo. Así fue como el compositor, casi con 60 años, comenzó a viajar por Europa. Su primera gira, con un gran éxito, le llevó a Inglaterra.